El plástico y sus distintas variedades se desarrollaron en los años 30 y 40 y su producción en masa comenzó en los 50. Desde entonces, la popularidad y usos de los diferentes plásticos ha seguido aumentando y las previsiones indican que esta tendencia continuará, pese a los intentos de los Gobiernos por evitarlo. En 2015 la producción mundial de plásticos era de 269 millones de toneladas, con China a la cabeza como mayor productor de materiales plásticos (27,8%), seguido por Europa (18,5%) y NAFTA (18,5%). La demanda europea alcanzó los 49 millones de toneladas ese mismo año y su mayor proporción (39,9%) se empleó en envases.
Sin embargo, el problema está más cerca de lo que pensamos porque el plástico se come al mar Mediterráneo. Con una superficie de 2,6 millones de km2 y acceso al océano Atlántico por el estrecho de Gibraltar es quizás uno de los mares más importantes de Europa. Destaca por su rica biodiversidad y aloja alrededor del 7,5% de las especies marinas conocidas. Las zonas costeras de la región, entre ellas Benicarló, tienen una alta densidad de población con 427 millones de habitantes (aproximadamente el 7% de la población mundial), atraen a un gran número de turistas en los meses de verano.
Acumulación
Y esto ha provocado en los últimos años la acumulación de basura como plásticos, vidrio, madera y caucho y se han encontrado residuos en la columna de agua, playas y en el fondo marino. La circulación de agua entre el Mediterráneo y el océano Atlántico es limitada, lo que da lugar a una acumulación de residuos que flotan en la cuenca. Por eso es muy triste ver la imagen que este mar tan querido tiene en los últimos años.
Greenpace estima la masa de residuos plásticos de superficie en el mar Mediterráneo en 23.150 toneladas, una barbaridad, aunque otras cifras indican que podría llegar a las 30.000 toneladas. El seguimiento realizado apunta a una densidad media de plástico de 1 fragmento por cada 4 m2 en la cuenca del Mediterráneo. Seguro que en más de una ocasión cuando te estabas bañando te has encontrado algún trozo de plástico.
Impactos
Como es lógico, los residuos en el mar Mediterráneo tienen un gran impacto en la biodiversidad marina, los servicios ecosistémicos, sociales y visuales y en el valor económico. Algunas tendencias indican que la cantidad de plástico en el Mediterráneo está aumentando, por eso es el momento de tomar medidas. Los residuos no se distribuyen de forma uniforme en el mar Mediterráneo tienden a acumularse cerca de las costas, particularmente en zonas urbanizadas, rutas comerciales, o con tráfico de embarcaciones de recreo, y en cañones submarinos.
Varios equipos de investigación han realizado estudios sobre la basura marina en playas. Además de afectar a la flora y fauna, los residuos en playas disuaden a los turistas y pueden tener un impacto negativo en los ingresos generados por el turismo de un país o región. También existen ejemplos en los que una especie particular puede verse afectada por los residuos marinos. La ingestión puede llevar a la transmisión de microplásticos a través de la cadena alimentaria, también se dan los casos en los que desechos de tamaño macro y meso pueden asfixiar o enredar al animal, y en otros casos una especie (normalmente un microorganismo) hace “autostop” en un fragmento y puede ser transportada a un lugar fuera de su hábitat natural.
Medidas contra la contaminación
Como ves el plástico se ha convertido en un enemigo muy grande para nuestro mar más querido. Por eso hay que avalar medidas que toman empresas. El plástico tiene que estar presente, pero se pueden hacer diferentes variedades. Desde Bioplásticos Genil, especializados en bolsas para comerio, han apostado por las bolsas biodegradables compostables. “Estas bolsas de plástico para comercio, biodegradables, baratas y de primera calidad, son fabricadas con materias primas procedentes del almidón de maíz o de patata, bajo unos estrictos estándares de calidad que cumplen con la normativa EN 13432 que regula las bolsas biodegradables compostables”, explican.
Por otra parte, los residuos quemados de carbón y carbón vegetal procedentes de los barcos son también abundantes en el fondo del Mar Mediterráneo, y su presencia coincide con la ruta tradicional de los barcos de vapor.
Los cruceros también provocan mucha contaminación. De ahí que además de la limitación de emisiones de gases tóxicos, los grupos ecologistas piden que se implante en Baleares y el Mediterráneo una zona de cero vertidos de líquidos al mar como en los Fiordos Noruegos, donde además utilizan drones para descubrir emisiones ilegales por parte de los buques mediante unos sensores. Gracias a ello, en 2018 realizaron 205 inspecciones y se descubrieron cinco infracciones, por las que las compañías navieras fueron multadas.