El otro día en casa, disfrutando de una buena comida con amigos gracias al catering de La Frolita, en Madrid, hicimos un juego, intentando recordar el sitio de España que más veces había sido testigo de grandes producciones de cine y fuimos aportando todas aquellas de las que nos acordábamos. Nos salió Peñíscola, y el repaso no fue para nada pequeño. Hoy os lo cuento.
Peñíscola, con un patrimonio natural y arquitectónico singular, es una ciudad de excepción para todo tipo de acciones audiovisuales. Su ubicación estratégica, la ha convertido en escenario privilegiado para producciones tanto televisivas como cinematográficas. Desde principios del siglo XX, en 1913, con el rodaje de Ana Cadova, comienza la conexión entre el séptimo arte y la ciudad.
Quizás la película más conocida de todas las aquí rodadas sea El Cid. En la segunda mitad del siglo XI, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se hizo célebre por sus victoriosas campañas contra los musulmanes (conquista del Reino de Valencia). Acusado injustamente de traición, Rodrigo mata en duelo al padre de Jimena, que lo rechaza y se encierra en un convento. Este es el punto de partida de numerosas peripecias: las intrigas del conde García Ordóñez, el desafío del rey Ramiro de Aragón y su enfrentamiento con Alfonso VI (Jura de Santa Gadea), que lo desterró de Castilla.
Del siglo pasado es también París Tombuctú, donde Michel de Assantes es un prestigioso cirujano plástico francés que, desencantado con la vida y con serios problemas de impotencia, decide suicidarse arrojándose por la ventana de su consulta en París. Pero en el último momento cambia de opinión y opta por subirse a la bicicleta de un peregrino y viajar hasta Tombuctú, cuyo exótico nombre parece esconder el secreto de la felicidad. Su viaje se ve interrumpido cuando sufre un accidente a la altura de Calabuch, un pueblecito de la costa levantina que se le muestra tan caótico como la existencia que pretendía dejar atrás. Allí se encuentra con una serie de personajes dispares, entre quienes destacan la sensual e impetuosa Trini y la mística visionaria Encarna, dos hermanas que le bautizan simbólicamente y lo alojan en su casa, intentando ayudarle a superar su hipotética impotencia. Coincidiendo prácticamente con el cambio de milenio, Michel vivirá una serie de delirantes situaciones, compartidas con los habitantes de la particular localidad mediterránea: el vicioso hermano de Trini y Encarna, un anárquico nudista, un sacerdote convicto de asesinato, inmigrantes desobedientes, políticos y empresarios corruptos…
Más recientes son Blink (donde Lucio es un chico introvertido que pasa las noches soñando con Greta, y poco a poco, empieza a preferir pasar el rato soñando, evadiéndose de la realidad y compartiendo su tiempo con Greta y con un misterioso caballero) o Fin (aquí un grupo de amigos se reúne para rememorar la noche que vivieron quince años antes en un refugio de montaña, y tras un inexplicable estallido de luz en el cielo, se produce un apagón que les deja incomunicados; a la mañana siguiente, uno de ellos desaparece sin dejar rastro).
Por su parte, de 1956 es Calabuch. Aquí, Cansado de trabajar en la construcción de bombas atómicas y alarmado ante el alcance destructor de su descubrimiento, un científico norteamericano de prestigio internacional huye de su país y se refugia en el anonimato de un apacible pueblo de la costa mediterránea llamado Calabuch. Una vez allí, el profesor es confundido con un cómplice de un contrabandista, siendo detenido por la guardia civil y encerrado en un calabozo. Sin pretenderlo, el científico, que es tomado por un vagabundo bondadoso e indocumentado y rebautizado como Jorge, se va integrando totalmente en la vida de Calabuch. Traba amistad con sus peculiares habitantes, les ayuda a resolver sus problemas y participa en todo tipo de actividades. Así, proyecta las películas en el viejo cinematógrafo, ayuda a la maestra en el pequeño colegio y, llegadas las fiestas patronales, termina haciendo aquello que mejor sabe, construir cohetes y fuegos artificiales que se elevan hasta alturas nunca alcanzadas en la comarca. Son precisamente estos cohetes los que alertan a las autoridades internacionales sobre la localización del científico desaparecido. Cuando la flota norteamericana acude al lugar en su busca, todos los habitantes del pueblo, desde la maestra al párroco, pasando por el brigada y el contrabandista, se solidarizan para impedir el rescate. Sin embargo, Jorge sabe que es inútil oponerse y decide finalmente marcharse por su propia voluntad, sin ofrecer resistencia y consciente de que se ha ganado la amistad y el cariño de todo Calabuch.
Pero estas no son las únicas. Aquí también se rodaron La alegría del batallón (1924), La vida es maravillosa (1955), Los corsarios del Caribe (1961), Todos eran culpables (1962), ¡Jo, papá! (1967), El hijo del cura (1982), El cura ya tiene hijo (1984), Tramontana (1990), El día nunca por tarde (1994), Mataharis (2007), Tierra (1995), Pizza Eli (2008) o Sinterklaas (2009).
De series
Pues bien, una de las cosas que más sorprenderá saber es que Peñíscola ha sido escenario del rodaje de unas de las series que más se ve en el momento. Se trata de Juego de Tronos. Para quien no la conozca, la historia se desarrolla en un mundo ficticio de carácter medieval donde hay Siete Reinos. Hay tres líneas argumentales principales: la crónica de la guerra civil dinástica por el control de Poniente entre varias familias nobles que aspiran al Trono de Hierro, la creciente amenaza de los Otros, seres desconocidos que viven al otro lado de un inmenso muro de hielo que protege el Norte de Poniente, y el viaje de Daenerys Targaryen, la hija exiliada del rey que fue asesinado en una guerra civil anterior, y que pretende regresar a Poniente para reclamar sus derechos. Tras un largo verano de varios años, el temible invierno se acerca a los Siete Reinos. Lord Eddard ‘Ned’ Stark, señor de Invernalia, deja sus dominios para ir a la corte de su amigo, el rey Robert Baratheon en Desembarco del Rey, la capital de los Siete Reinos. Stark se convierte en la Mano del Rey e intenta desentrañar una maraña de intrigas que pondrá en peligro su vida y la de todos los suyos. Mientras tanto diversas facciones conspiran con un solo objetivo: apoderarse del trono.
Asimismo, hace muy poquito empezó también a emitirse por televisión otra de las producciones españolas de más éxito y que ha sido rodada aquí: El chiringuito de Pepe. En esta serie, una gran estrella de los fogones se enfrenta al difícil reto de salvar de la ruina a uno de los peores restaurantes de España: un chiringuito de playa que conoció épocas mejores, regentado por un peculiar hostelero y su desastrosa familia. Uno es el rey de la cocina creativa y el otro, el maestro del refrito. La abismal diferencia entre sus métodos culinarios da lugar a las situaciones más disparatadas.
Por otro lado, Peñíscola ha sido escenario de El barco. Aquí, una catástrofe mundial provoca un cataclismo que lleva a la desaparición de la tierra firme. Con el planeta inundado de agua, la tripulación y los jóvenes alumnos de un buque escuela parecen ser los únicos supervivientes… Aislados del resto de un mundo del que ni siquiera saben si ya existe, los principales responsables de que la nave llegue a puerto son el capitán (Juanjo Artero) y la científica del buque (Irene Montalá). Además de los alumnos está Ulises (Mario Casas), un polizón rebelde y con madera de héroe, y Ainhoa (Blanca Suárez), la hija adolescente del capitán, que se ha embarcado junto a su hermana pequeña Valeria (Patricia Arbues), a raíz del reciente fallecimiento de su madre.