Este año he decidido disfrutar de la fiesta del 31 de octubre. He comprado toda la decoración de Halloween y voy a hacer mía esta tradición tan antigua que muchos diréis que es algo yanqui. Pero ¿realmente estáis en lo cierto?
Seguro que más de uno se llevará una sorpresa cuando le cuenta o le desmitifique una de las principales creencias: Halloween es una americanada. Pues no, ni de lejos. Es más, es posible que su origen esté mucho más cerca de lo que pensamos. Si alguna vez habéis pasado por Galicia, habréis comprobado la diferente disposición de los cementerios en esta zona con respecto al resto de España, habréis visto que los gallegos no se pierden ni un funeral, y que encima hacen eso conocido como “cabo de ano”, que quiere decir “al cabo de un año”. Y es que cada año se hacen misas o recuerdos de aquel que murió doce meses atrás.
El culto a los muertos es mucho más importante en algunas zonas que en otras. Y esto es algo que en Galicia se ve mucho. Olvidarte de un entierro o de ir a un tanatorio es algo que nadie te perdona, estés donde estés de lejos. Es más, muchos medios de comunicación gallegos sobreviven gracias al negocio de la muerte, cobrando por esquelas en los periódicos o recitando las notas necrológicas en la radio (a la hora de comer, por cierto).
Halloween no es más que la celebración de la víspera del día de Todos los Santos, que quizás suene algo más español, pero que en realidad tiene que ver con este culto a la muerte que está tan ligado a la tradición celta. Y tierras celtas, además de las gallegas, son también Irlanda, Escocia, Gales… En los tiempos de la gran hambruna de Irlanda muchos fueron los que emigraron a Estados Unidos en busca de un porvenir mejor (¿sabéis por ejemplo que el Titanic fue construido en Belfast, Irlanda del Norte, para luego zarpar a Estados U nidos?). Y nosotros seguramente vemos más películas norteamericanas que irlandesas, de ahí que asociemos el Halloween con Estados Unidos, pero lo cierto, como os decía, es que se trata de una tradición que es mucho más cercana de lo que creemos.
Es por esto que yo este año he decidido no rasgarme las vestiduras y disfrutar de una fiesta que deberíamos considerar no tan lejana y que, además, es muy lucrativa. Lo saben en México, de donde vemos siempre las impactantes imágenes coloridas y los disfraces de esqueleto, pero también cualquier florista de España, que posiblemente venda por estas fechas alrededor de un tercio de todo el volumen de negocio del año.
Y si somos listos, además de ver en este 31 de octubre una forma pasarlo bien, deberíamos observar las posibilidades de negocio que hay alrededor de esta celebración, ya que es muy sencillo para, por ejemplo, los bares montar una fiesta con esta temática y así congregar a más gente en su local y hacer negocio.
Sin ir más lejos, a través de internet, en páginas web tan conocidas como lo es la de la tienda La Casa de los Disfraces, podemos comprar no solo los trajes propios para disfrazarnos, sino también la decoración que nos servirá año tras año, desde imágenes para las ventanas hasta vasos y platos de cartón con los dibujos propios, guirnaldas, calaveras, calabazas, etc.
Y es que como siempre se ha dicho, el negocio de la muerte nunca muere.