El agua, tradicionalmente, es sinónimo de vida. Ya en el Neolítico las primeras civilizaciones se fueron asentando alrededor de grandes ríos, lo que les permitió continuar desarrollándose. Egipcios, romanos y griegos, conociendo sus propiedades medicinales practicaban la hidroterapia, balneoterapia y especialmente la talasoterapia (método curativo de algunas enfermedades que se fundamenta en el clima y los baños marinos). Tres siglos después nos acercamos al mar prácticamente de forma lúdica, lo que no quiere decir que no sea interesante conocer cuáles son los beneficios que podemos obtener de él para enfermedades como la dermatitis atópica, tan popular en estos días. Si vivir rodeados de él nos hace unos privilegiados, vamos a sacarle partido.
¿Qué es la dermatitis atópica?
Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, la dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que se da principalmente en bebés y niños, teniendo menor incidencia en adultos. Se manifiesta con piel seca, enrojecimiento e inflamación de la piel con cuadros de picor y sobreinfecciones por hongos, virus y bacterias. Representa uno de los principales problemas de la infancia, ya que, afecta entre el 10 y el 20% de los niños españoles, especialmente en zonas urbanas. La AEDV apunta que suele iniciarse antes de los cinco años, y su origen se relaciona principalmente con una alteración de la función de la barrera epidérmica, por mutaciones en diferentes proteínas, como la filagrina. Además, en los niños atópicos existe una respuesta exagerada frente a diferentes estímulos; en cambio, la relación con los alimentos no ha sido demostrada en todos los pacientes.
En 30 años el número de casos de dermatitis atópica ha aumentado casi en un 300%. En la mayoría de los casos no sabríamos diferenciar si nuestra piel estaba destinada a ser sensible o es el uso indiscriminado de cosméticos con ingredientes tóxicos, la contaminación del medio ambiente, los suplementos alimentarios que tomamos a lo largo de nuestra vida (antibióticos que usan con el ganado, las hormonas que utilizaban para su rápido engorde, afortunadamente hoy prohibidas, o el uso de insecticidas para el control de plagas en verduras…), a quien debemos atribuir la responsabilidad de la aparición de estas nuevas patologías.
Al tratarse de una enfermedad hereditaria, los hijos de personas con dermatitis atópica, además de la atopía en la piel tienen más posibilidades de desarrollar asma, rinitis u otras alergias, ya que este desorden se relaciona con un sistema inmune alterado que reacciona de manera más virulenta a los estímulos externos, por lo que, ahora mismo, lo atópico se está convirtiendo en lo común. Al tener este factor genético es una enfermedad que no se puede prevenir, por lo que es más que necesario conocer como podemos controlarla y prevenirla.
Pautas
En la actualidad, tal y como señalan desde la AEDV, no contamos con un tratamiento que pueda poner fin a este desorden, lo que hace imprescindible seguir unas pautas que nos permitan espaciar los brotes más agudos y mantener la sintomatología a raya.
En estos casos saber leer el etiquetado de la cosmética o INCI (International Nomenclature of Cosmetic Ingrediente) que vamos a elegir se vuelve imprescindible. Con dicho sistema se ha estandarizado el nombre de cada ingrediente a nivel internacional, además nos facilita la cantidad de cada uno de los compuestos que lleva ese producto, siendo el de mayor cantidad el que aparece primero, y así, sucesivamente decreciendo en proporción. Muchas veces nos quedamos tranquilos pensando que por usar productos de farmacia tenemos la garantía de alejar todos estos tóxicos de nuestra piel, pero nada más lejos de la realidad. La verdad es que la hidratación de nuestra piel evita la aparición de costras, que pueden cuartear la epidermis favoreciendo la aparición de infecciones. El producto que nos facilite una hidratación óptima debe estar libre de:
- Aceites minerales y siliconas: se trata de derivados del petróleo refinados una y mil veces. El problema es que son aislantes e impiden a la piel eliminar toxinas, taponando el poro, y tomar lo que necesite del exterior. La parafina o la vaselina, son otros de los ingredientes derivados del petróleo que le ofrecen a la piel una falsa sensación de hidratación, ya que nos hace verla suave, brillante y jugosa, sin embargo, cuando dejamos de usarlas se produce un efecto rebote, cuando vemos su verdadero efecto, nuestra piel está completamente deshidratada.
- PEG: que se usan en casi todos los productos cosméticos hacen la piel mucho más permeable. Si el ambiente que nos rodea estuviera lleno de buenas sustancias sería maravilloso, pero hoy en día con la contaminación y los tóxicos que nos rodean, esta permeabilidad hace que filtremos todos estos elementos perjudiciales.
Otro elemento que debemos evitar en cosmética para prevenir dermatitis atópica serían los perfumes por su carácter irritante de la piel.
De nada sirve eliminar todo este tipo de tóxicos si los tejidos con los que nos vestimos no son de calidad. Se recomienda usar ropa de tejidos naturales, si es posible mejor ecológicos. El lino y el algodón son los más adecuados. Usarlos sin teñir previene el uso de tóxicos en nuestra ropa. Es muy importante elegir detergentes ecológicos, que recurren a materias primas de calidad más seguras para la salud. Así como minimizar la exposición a productos de limpieza irritantes para la piel. Por suerte, empieza a haber una oferta variada en el sector. Según los profesionales de Stocknetvalles.com, contar con una oferta de productos químicos de primera calidad no es excluyente para poder ofrecer una línea ecológica igualmente efectiva. Esperamos que esta oferta vaya a más, ya que hay familias que, sin necesitarlo por problemas médicos, ha decidido cambiarse a la limpieza ecológica por su compromiso con el medio ambiente.
El mar como aliado
La composición de sales minerales disueltas en el mar la convierte en una solución muy ventajosa para el tratamiento de estas pieles. Contiene elementos vitales, como minerales, oligoelementos, aminoácidos e incluso vitaminas. La proliferación de microorganismos que conviven en ella produce sustancias antibióticas, antimicrobianas y antibacterianas, por lo que es muy útil en la curación de pequeñas heridas, cortes y, en este caso, erupciones. Tiene efecto exfoliante, lo que nos ayuda a eliminar toxinas de la piel a la vez que reponemos los minerales que podemos haber perdido por el sudor.
Los brotes en pieles atópicas son más frecuentes en otoño e invierno, dada la disminución en la temperatura y el descenso de la humedad ambiental que se produce en estas estaciones, ya que pasamos más tiempo encerrados por el frío, posiblemente rodeados de calefacciones, favoreciendo la deshidratación de la piel, especialmente las más reactivas. En estas épocas, como en verano, por el uso de aires acondicionados, que resecan de igual manera, es recomendable el uso de humidificadores. Sin embargo, podemos sufrir brotes a lo largo de todo el año, y es aquí, donde nuestra situación geográfica privilegiada nos puede ayudar en la prevención y el tratamiento de esta dolencia por el beneficio que podemos obtener de todas propiedades.
Un paseo por la playa, es una buena medida de alivio, pero no sólo para las pieles atópicas. La neurociencia ha demostrado que el mar, la arena, pueden cambiar la forma en que funciona nuestro cerebro reduciendo el estrés y el sentimiento de depresión. Como hemos dicho al principio, ya nuestros antepasados se sentían atraídos por el agua, y no sólo porque su cercanía les proveía de alimentos ricos en Omega3, lo que hacía que su cerebro fuera un cerebro sano, si no porque analizar cualquier cosa que nos pase mirando la inmensidad del mar, nos da un nuevo punto de vista. Y eso, sin duda, es un nuevo punto de partida.